Mensaje de Matilda Buck, Responsable División de Damas SGI-USA
Últimamente, he estado hablando con personas que han llegado a una pared después de más de 20 años de práctica. La mayoría de la gente podría pensar que después de décadas de práctica, la vida debería estar llena de satisfacción profunda. Creo que todo lo que experimentamos nos prepara para el siguiente paso y siempre hay un siguiente paso. Lo sé porque fue después de 20 años de práctica, después de haber realizado cambios mayúsculos en mi vida que me encontré inmersa en una tristeza imposible de negar. La tristeza profundamente arraigada que creí haber erradicado, sólo había estado oculta.
Eso no era lo peor; a medida que invocaba iba llegando más hondo y me sobresaltó encontrar otro sentimiento más profundo todavía: verdadera desesperanza, una convicción férrea de que jamás sería feliz o estaría tranquila. Ahora podía soportar todo mejor, me podía dedicar a una causa noble, pero nunca me sentiría realmente bien. No me merecía la felicidad. Creía que mi vida profundamente no era Nam-myoho-rengue-kyo, sino tristeza.
¿Cómo podía ser, después de tantos años de práctica, de trabajar de todo corazón para ayudar y alentar a los demás? ¿Para qué había estado practicando durante 20 años? ¿Les suena?
Hace poco volví a descubrir una cita de Nichiren Daishonin que creo que ayuda a explicar cómo nos podemos sentir atascados incluso después de muchos años de práctica budista. En Respuesta a la madre de Ueno describe cómo se usa la madera mejor y más fuerte para construir una pagoda, mientras que la madera de inferior calidad se usa para el andamiaje temporario que se debe usar durante la construcción. Cuando uno se prepara para construir una gran pagoda, escribe el Daishonin, el andamiaje es de gran importancia. Pero una vez que la pagoda está terminada, entonces se quita el andamiaje y se deshecha. Este es el significado del pasaje acerca de descartar honestamente los medios oportunos. Aunque el andamiaje es necesario para terminar la pagoda, nadie soñaría jamás con descartar la pagoda y venerar el andamiaje. (Los Escritos de Nichiren Daishonin, Pág. 1074).
El Daishonin está explicando que el Sutra del Loto es la gran pagoda y que las demás enseñanzas constituyen el andamiaje. Creo que podemos hacer una analogía con nuestra vida: A menudo hemos levantado un andamiaje de falsas creencias respecto de nosotros mismos y del mundo. Como sugiere el Daishonin, en un determinado momento nos pudieron haber permitido erigir nuestra vida. Inclusive la madera del auto menosprecio, del miedo, de la ira o de la arrogancia pueden habernos ayudado a sobrevivir en cierto momento.
Como practicantes, hemos construido la gran pagoda de Nam-myoho-rengue-kyo en nuestra vida; pero, como lo demuestra la experiencia que comparto con Ustedes, puede que todavía estemos aferrados al andamiaje de falsas creencias. El mío era la profunda convicción de que nunca merecería ser feliz. ¿Encuentran alguna de esta madera inferior en su vida?
Soy diferente de todos los demás. Nadie me entiende. No me merezco triunfar y aunque triunfe, algo malo va a pasar. Las drogas y el alcohol son la única manera de escaparme de lo que siento. Comer en exceso es la única forma de llenar este agujero negro que tengo dentro. Todos los que me rodean son (llenen el blanco: tontos, vengativos, estúpidos, egocéntricos, etc.). Me tocó una mala mano en la vida. Lo mejor que puedo esperar es simplemente sobrevivir. Quizás la próxima vida sea mejor. Nunca tendré un matrimonio feliz. Nadie me podrá querer jamás. Disminuir a los demás es la única manera de sentirme mejor conmigo mismo. No importa hacer malas elecciones en cuanto a relaciones/dinero/lo-que-sea porque eso es lo que merezco o porque esa es la única forma de llamar la atención. Soy un mal budista. He fracasado en todo. La vida no tiene sentido.
Tras años de práctica, la pagoda de nuestra iluminación puede ser grande, pero el andamiaje que la oscurece ha estado tanto tiempo en su lugar, que podemos no notarlo más. Este andamiaje que en un momento dado puede incluso hasta habernos protegido, en realidad se convierte en un perjuicio para nuestra felicidad. Si la iluminación quiere decir despertar al hecho de que somos el Buda, que la vida es inapreciable, entonces nuestra misión es abrirles los ojos a todos los seres con respecto a este hecho y vivirlo nosotros mismos mediante nuestra propia transformación. Las creencias negativas profundas se encuentran en directa contradicción con la verdad fundamental, iluminada, de la vida.
La sabiduría del Gohonzon es que la pagoda y el andamiaje no pueden convivir fácilmente. Una vez que la pagoda se ha erigido y el andamiaje sigue en pie, nos sentimos incómodos, ya sea vaga o intensamente. Esa incomodidad en realidad es un beneficio. Nos dice que tenemos que reflexionar. Tenemos que preguntarnos: ¿junto con mi creencia en el poder de la Ley Mística y de mi potencial de budeidad, al mismo tiempo tengo una visión distorsionada de la realidad más profunda de mi vida?
Podemos empezar invocando para percibirnos y para descartar este andamiaje de ilusión para que la gran pagoda de nuestra vida que hemos construido quede sin obstrucciones. Esto exige coraje. Por otro lado, no dar ese paso, no avanzar, es no tener compasión porque cuando damos un gran paso hacia adelante, inspiramos a hacer lo mismo a una cantidad innumerable de personas que nos rodean.
Si somos serios al respecto, debemos preguntarnos qué estamos dispuestos a dejar de hacer.¿Estamos dispuestos a desmantelar el andamiaje inferior que oscurece nuestra vida esencial? ¿Podemos dejar de castigarnos o de castigar a los demás? ¿Podemos despertarnos de la anestesia o la negación?
Cuando me di contra la pared después de 20 años de practicar, tomé la decisión consciente de practicar la filosofía de Nichiren Daishonin, no la mía propia. Al principio, fingí. Leí los escritos del Daishonin. Sobre el logro de la Budeidad en esta vida y La torre del tesoro para recordarme a mi misma, convencerme a mi misma, de que era un Buda. No me lo creía pero me repetía: Mi vida es Nam-myoho-rengue-kyo. Soy un Buda y, por consiguiente, tengo todo el poder de un Buda.
Puedo hacer surgir la sabiduría y el poder necesarios para cambiar mi problema. Voy a ser feliz. Como bodhisattva de la tierra que soy, me corresponde ser feliz. Se me permite. Es la forma en que voy a demostrar la validez de la Ley.
El presidente Ikeda de la SGI ha dicho, Mientras tengan coraje, sabiduría y sinceridad, podrán convertir todo y todos en aliados mediante el arte de la humanidad. (Pág.3,World Tribune, 30/11/01).
Coraje, sabiduría y sinceridad; estas son precisamente las cualidades desarrollamos cuando salimos de nosotros mismos una y otra vez para ayudar a otros a practicar, cuando desarrollamos nuestra humanidad. Es por estos 20 años de tratar de ayudar a otros, que tuve el coraje en el momento crucial de mirar esta parte oscura de mi ser y que tuve la fuerza de convertir lo que más me asustaba, la creencia profunda de nunca poder ser feliz, en una aliada para mi iluminación.
El mayor beneficio es que, mediante esta experiencia, conocí mi identidad esencial de Buda y que todas las personas y todas las situaciones comparten esta identidad. Y esto afecta todas las relaciones y todas las situaciones a las que me enfrento. Es la antítesis de la desesperanza y de la muerte. Quiere decir que todo es posible.
Consideren esta fórmula:
Determinen usar su situación para convertirse en alguien que no duda de que Nam-myoho-rengue-kyo es el núcleo de su vida, pase lo que pase.
Invoquen que como bodhisattva de la tierra, tengo el karma de pasar por esto; por ende, tengo la misión de superarlo y salir vencedor. Nada iguala el poder de la invocación de daimoku.
Actúen en la práctica para los demás y para propagar este Budismo, para cumplir con su misión, con la que sólo Uds. pueden cumplir.
Transformen la negatividad y reconozcan cada revés como un simple suceso, que no es el símbolo de su vida. No se dejen vapulear por lo que ocurrió en el pasado. Usen cada situación para hacer surgir más fuerza, no para retroceder. Desmantelen el andamiaje de las creencias negativas.
El presidente Ikeda ha dicho: Una persona puede tener toda la riqueza y los tesoros del mundo; pero desde la perspectiva de la realidad última de la vida, esas cosas no son más que meras ilusiones. Lo más importante es construir un palacio indestructible de felicidad dentro de nuestra vida. Es experimentando obstáculos que podemos saborear la verdadera alegría. Es mediante los esfuerzos que podemos crecer.
Revelemos y saboreemos nuestra gran pagoda, nuestro palacio de la felicidad.
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