4.4.07

Chanting for Love

Un maravilloso video de las Divisones Juveniles de SGI-USA Knoxville en el estado de Tennessee

14.1.07

De la paz interior a la Paz Mundial. Una perspectiva budista

De la paz interior a la paz mundial: Una perspectiva budista
Yoichi Kawada, director del Instituto de Filosofía Oriental, Soka Gakkai InternacionalPublicado en World Order for a New Millennium por St. Martin Press, Nueva York 
Las llamas de la ilusión
El propósito de este capítulo es ofrecer una perspectiva budista sobre el tema de la paz. Quisiera discutir tres dimensiones de la paz y las contribuciones que podría hacer una comprensión budista para su logro. Estas son la paz interior; la paz en la comunidad de la humanidad; y la paz ecológica o la paz con la Tierra. Primero, tenemos que entender cuáles son las causas fundamentales de la ausencia o presencia de la paz.
En un sermón pronunciado por Shakyamuni, el fundador del Budismo, él transmitió su visión esencial sobre la naturaleza y la causa de los sufrimientos. En esa ocasión, Shakyamuni ascendió a la cima de una montaña junto con sus discípulos recientemente convertidos. Mirando el panorama que tenía por debajo, Shakyamuni comenzó a exponer: "En verdad, este mundo está ardiendo con muchos y muy diversos fuegos. Hay fuegos de avaricia, fuegos de odio, fuegos de estupidez, fuegos de encaprichamiento y egoísmo, fuegos de decrepitud, enfermedad y muerte, fuegos de pena y lamentación, sufrimiento y dolor".
Lo que él estaba tratando de transmitir era su comprensión de que el mundo fenoménico que habitamos estaba envuelto en los "fuegos" de los sufrimientos que se originan en los impulsos ilusorios. Estos fuegos de la avaricia, el odio y la ignorancia, ardiendo violentamente en los corazones de la gente, representan la causa básica de los padecimientos de la existencia humana. Por consiguiente, Shakyamuni nos insta, primero y principalmente, a alcanzar un claro entendimiento de la causa fundamental de los sufrimientos.
Aquí, el impulso ilusorio de la "avaricia" indica el descontrolado deseo y apego por las comodidades materiales, por la riqueza, el poder o la fama. Los deseos de este tipo crecen y se multiplican sin cesar, y dado que su satisfacción no origina una felicidad verdadera y perdurable, una persona atrapada en sus garras está condenada a un interminable tormento y frustración.
El impulso ilusorio del "odio" describe emociones tales como el resentimiento, la ira y la envidia, que son provocadas cuando nuestros deseos egoístas no se realizan. A menos que sean controlados, éstos deseos se intensifican en diversas formas de destrucción y violencia. Dicho simplemente, el impulso ilusorio del odio es la violencia que surge de una visión egocéntrica de la vida.
La "ignorancia" se refiere a un obstinado desconocimiento de la realidad, o de la verdadera naturaleza de la vida y el cosmos. De esta manera, es este impulso ilusorio el que genera la discordia y la rebelión contra los principios que gobiernan el funcionamiento del cosmos. La sabiduría que ilumina y revela la verdadera naturaleza del cosmos es conocida como "iluminación", mientras que esta clase de ignorancia obstinada es conocida como "oscuridad fundamental" porque nubla y oscurece la luz con la que podemos ver las cosas en su verdadera naturaleza. De todos los impulsos ilusorios, el Budismo considera la ignorancia como el más fundamental.
El Budismo aprecia estos impulsos -avaricia, odio e ignorancia- como venenos inherentes a la vida; juntos, son a veces mencionados como los "tres venenos". Lo que Shakyamuni buscaba enseñarle a sus discípulos en su sermón es que las llamas de los tres venenos y de todos los impulsos ilusorios se originan en la vida interior de las personas y son lanzadas para envolver a las familias, los grupos étnicos, las naciones y finalmente a toda la humanidad.
Esto lo podemos apreciar en el mundo actual, donde el impacto de la avaricia descontrolada va más allá del nivel individual; crea desigualdades económicas entre los grupos raciales y étnicos, y entre los países en una escala global. La avaricia de las naciones industrializadas ha privado a los pueblos de los países en vías de desarrollo de las condiciones por las cuales se puedan satisfacer sus necesidades básicas. Y la avaricia de la raza humana está socavando el derecho a la existencia que tienen otros seres vivientes.
Es común encontrar violencia dentro de las familias, en las escuelas y en las comunidades locales. Profundos odios que se remontan a distantes eventos históricos dan lugar a conflictos étnicos y raciales insolubles. En algunos casos, esos odios históricos están estrechamente vinculados con causas o identidades religiosas, y encuentran expresión en el terror y la matanza al azar.
La ignorancia obstinada de la verdadera naturaleza de la existencia significa un estado de rebelión contra los principios básicos de la vida y el cosmos, y una negación de ellos. Como tal, distorsiona todos los aspectos de la vida, desde los estilos de vida hasta los valores familiares, éticos y nacionales. En otras palabras, esta clase de ignorancia obstinada puede ser encontrada en todos los sistemas de valores, formas de vida, y visiones de la naturaleza que lo ponen a uno en incontrolable conflicto con los principios mismos que apoyan su propia existencia, los principios que, fundamentalmente, gobiernan el funcionamiento del universo viviente.
Compartiendo su iluminada comprensión con los demás, Shakyamuni buscaba ayudar a las personas a minimizar los efectos destructivos de estos impulsos ilusorios y, en realidad, a transformarlos por un impulso hacia la felicidad.

Un corazón tranquilo
En la India, el equivalente de "paz" es "shanti", que significa el estado de tranquilidad interior. También alude a la iluminada condición que alcanzó Shakyamuni, y que a veces es referido como "nirvana". Con respecto al estado de paz interior, un texto budista lo describe como sigue: "La tranquilidad mental proviene de haber trascendido exitosamente la avaricia, el odio y la ignorancia". Como lo aclara este pasaje, el enfoque budista de la paz comienza del acto fundamental de superar estos impulsos ilusorios o venenos interiores. El estado de haber puesto bajo control estos impulsos, sin embargo, no es una paz interior estática y privada. Más bien, es ilimitadamente dinámica, expansiva y evolutiva en su naturaleza.
El budista japonés del siglo XIII, Nichiren, expresó esto con la siguiente imagen: "Quemando la leña de los impulsos ilusorios, contemplamos la llama de la sabiduría iluminada".O sea que, mediante la práctica espiritual, la energía inherente a nuestros impulsos ilusorios puede ser transformada en su totalidad por una "llama" esclarecedora de sabiduría iluminada. De este modo, los tres venenos pueden ser subyugados de modo que ya no produzcan confusión y trastorno; ellos ya no pueden conducirnos a actuar de una manera estrafalaria y destructiva.
En el estado de tranquilidad, la luz de la sabiduría iluminada brilla esplendorosamente, libre y sin ser obstaculizada por las nubes de los impulsos ilusorios. Si uno estudia las enseñanzas del Buda, desde las primeras escrituras hasta la tradición Mahayana posterior, puede ver que la esencia de la iluminación de Shakyamuni fue su despertar a la "ley del origen dependiente". Este concepto ha sido expresado de diversas maneras y fue desarrollado en gran profundidad y detalle en el Budismo Mahayana; su esencia es la interdependencia de todos los seres vivientes y, en verdad, de todos los fenómenos. El origen dependiente nos enseña que todas las cosas ocurren y existen sólo a través de su interrelación con todos los demás fenómenos y que esta estructura de relaciones es de un alcance infinito tanto temporal como espacialmente. Aquí está la base para el principio de la coexistencia de apoyo mutuo de todos los seres que es tan importante para el pensamiento budista.
Cada ser humano existe dentro del contexto de las interrelaciones que incluyen a otros seres humanos, todos los seres vivientes y el mundo natural. En otras palabras, cada persona es apoyada por la red interdependiente de la vida. Despertando a este principio podemos expandir el instintivo amor a sí mismo a un altruista amor por los demás; podemos alimentar el espíritu de tolerancia y la empatía por otros.
La doctrina del origen dependiente también brinda una base teórica para la paz. En los términos de la acción concreta, se manifiesta como la práctica de la misericordia. En el Budismo, la misericordia indica la práctica ética de mantener siempre un compromiso empático con los demás. Significa compartir sus sufrimientos e infelicidades, esforzándose a su lado para superar los impulsos ilusorios que son su causa principal, transformándolos en felicidad, beneficio y alegría.
La ignorancia es considerada fundamental entre estos impulsos ilusorios precisamente porque ciega a las personas a la realidad del origen dependiente, la inevitable y abarcadora interrelación dentro de la que vivimos. Esta ignorancia da lugar a la avaricia que conduce a las personas a buscar la realización de sus deseos aun a costa del sufrimiento de los demás. También conduce a la clase de ira incontrolada que busca la destrucción de una situación en la que los deseos se ven frustrados. Es por esta razón que el impulso ilusorio de la ignorancia es considerado como equivalente a un egocentrismo fundamental. Es un egocentrismo ciego y finalmente autodestructivo porque corta violentamente las hebras de la red de la vida que apoya nuestra propia existencia.
El estado mental de aquel que se esfuerza incesantemente por trascender este egocentrismo fundamental es el de una paz interior y tranquilidad. El corazón de esa persona se ilumina con la sabiduría del origen dependiente, y rebosa de espíritu de misericordia.

Las "cinco impurezas"
La contribución esencial del Budismo al tema de la paz se encuentra en la lucha contra los impulsos ilusorios que, enraizados en las profundidades de la vida interior de la persona, causan tanto sufrimiento y destrucción en la sociedad humana en general. En el Sutra del Loto de Shakyamuni, los efectos destructivos originados por los impulsos ilusorios son descritos como "impurezas", y clasificados en cinco etapas, desde la más interior y más personal hasta la que contamina toda una época o era. Estas son: las impurezas del deseo, del pensamiento, del pueblo, de la vida misma y de la época.
T'ien-t'ai, un filósofo budista activo en la China en el siglo VI, describió las cinco impurezas de la siguiente manera: "Las más fundamentales de estas cinco son las impurezas del pensamiento y del deseo, que resultan en las impurezas del pueblo y de la vida. Estos, a su vez, dan lugar a la impureza de la época". La "impureza del deseo" señala los impulsos ilusorios tales como los tres venenos en sí. La "impureza del pensamiento" se refiere a un apego excesivo e irracional a ideas o ideologías específicas. De acuerdo con T'ien-t'ai, las impurezas del pensamiento y del deseo son las más fundamentales y, a través de su impacto en las personas, originan el caos y trastornos en las familias, naciones y estados. Transmitidas de una generación a otra, estas impurezas ocasionan la "impureza de la vida", infundiendo el odio y la violencia histórica entre diferentes pueblos, grupos étnicos y naciones. Estas impurezas, finalmente, influyen en todas las personas que viven en esa era, resultando en la "impureza de la época".
La civilización moderna exhibe cada vez más los aspectos de lo que el Budismo llama la "impureza de la época". Las señales de esto incluyen el materialismo galopante, la implacable dominación y explotación de la naturaleza y el consumismo desenfrenado. Desde el término de la Guerra Fría, nuestro mundo ha venido teniendo muchos brotes de conflictos que emanan del apego a la ideología, es decir, la impureza del pensamiento. No obstante, las clases de conflictos que van empeorando están enraizadas en las pasiones irracionales, tales como el nacionalismo extremo, que el Budismo clasificaría como una "impureza del deseo". Se considera que estas están más profundamente enraizadas en la vida de las personas y, por consiguiente, son aún más difíciles de controlar.
En un mundo en el que los impulsos ilusorios lanzan la cortina de sus efectos negativos en la forma de las cinco impurezas antes descritas, los budistas tienen, creo yo, una misión particular para contribuir con la realización de la paz en todos los planos. En otras palabras, no debemos contentarnos con nuestra paz mental interior sino que tenemos que ampliar nuestros horizontes y extender nuestros esfuerzos para incluir la abolición de la guerra -es decir, la paz de la comunidad humana global- así como la paz con el mundo natural, a través de un desarrollo verdaderamente sostenible y una coexistencia armoniosa con el ecosistema global.

El camino del Bodhisattva en el mundo moderno
Quisiera ahora ampliar respecto a cómo la práctica del bodhisattva, la acción misericordiosa basada en la comprensión budista de la vida, puede contribuir con la realización de la paz en sus tres dimensiones (paz interior, comunitaria y ecológica).
Primero, consideremos la paz interior, o la tranquilidad espiritual y mental. En el Budismo, un bodhisattva es quien lleva a cabo acciones altruistas y busca contribuir con la sociedad humana manifestando plenamente las cualidades de la sabiduría y la misericordia. Un bodhisattva se esfuerza primero por transformar su propia vida; el escenario de este esfuerzo está en las realidades de la existencia humana y en el apoyo sostenido para aliviar los sufrimientos de las personas. De esta manera el bodhisattva se esmera por generar felicidad tanto para sí mismo como para los demás.
La práctica del bodhisattva ha sido expresada en términos contemporáneos como "revolución humana". El estado interior de quien lucha por la realización de la misma puede ser considerado como de tranquilidad espiritual; el estado de paz interior expuesto en el Budismo es una condición dinámica rebosante de sabiduría y misericordia.
La Soka Gakkai Internacional (SGI), una organización budista laica, existe para ayudar a la gente en la práctica de la misericordia en la vida cotidiana, brindándole un entorno de cooperación, sustento espiritual y apoyo. De esta manera, la SGI busca llevar la práctica del bodhisattva al mundo contemporáneo.
Entre las muy diversas actividades que realiza la SGI, las más fundamentales de todas son las reuniones de diálogo que se llevan a cabo enraizadas en las comunidades locales. En la sociedad actual, donde el egoísmo desmedido ha provocado profundos trastornos en el corazón humano, y donde la humanidad está perdiendo de vista el arte de la coexistencia con la naturaleza, estos pequeños cónclaves de personas de todas las edades, razas, intereses y antecedentes ofrecen un foro para un intercambio rico y refrescante. En un mundo afectado por la "desertificación social", estas reuniones sirven como un oasis humano.
Después de todo, solo los seres humanos individuales pueden esforzarse por la concreción de las grandes metas de la paz mundial y la prosperidad de la sociedad humana. Como una organización, la SGI se ha centrado consistentemente en las personas y en el movimiento por la revolución humana a través de la práctica del bodhisattva. Como budistas, procuramos establecer una condición de paz interior en la vida cotidiana y, al mismo tiempo, por contribuir con la realización de la paz del mundo que nos rodea, posibilitándole a cada uno desarrollar al máximo sus cualidades peculiares.
En segundo término, con respecto a la dimensión de la paz social, o la paz en la comunidad de la humanidad, las actividades culturales y educativas de la SGI apoyan una variedad de medidas políticas y económicas que están siendo propuestas en diversos foros, buscando dirigirlas hacia su implementación. Estas incluyen la abolición de las armas nucleares y la reducción de la desigualdad económica. Como parte de los continuos esfuerzos de la SGI para promover la educación pública respecto a estos y otros temas, hemos montado exposiciones internacionales que han sido apreciadas por millones de ciudadanos de todo el mundo. De manera similar, nuestros esfuerzos por brindar un apoyo humanitario concreto a los refugiados y los desplazados del mundo son de larga data.
En relación con las cuestiones de la seguridad y el desarrollo, el Budismo sostiene el principio de la no violencia y exige el cambio fundamental en nuestra forma de vida. En el nivel individual, esto significa una transformación de un modo de vida dominado por el apego a deseos materiales a uno centrado en valores espirituales y existenciales. Al mismo tiempo, también se refiere a un modo de vida misericordioso, de estar preparados para hacer los esfuerzos que se requieren para asegurar que los ciudadanos de los países en vías de desarrollo puedan satisfacer sus necesidades básicas. Con respecto a los derechos humanos, reconocemos la existencia de la condición de vida suprema -la de la Budeidad- en todas las personas y, por lo tanto, insistimos en que todos los miembros de la familia humana, sin distinción, son capaces de manifestar ese estado de ilimitada sabiduría y misericordia. La contribución peculiar del Budismo a la solución de los conflictos basados en la cultura está relacionada con la enseñanza del "origen dependiente" citado antes, y con la empatía y la tolerancia que derivan de esa cosmología.
Como se mencionó antes, la ley del origen dependiente describe la idea de que todas las cosas y fenómenos son interdependientes y todos manifiestan el principio ordenador del cosmos, cada uno en su peculiar manera. Dado que el Budismo considera los impulsos ilusorios como los que impiden que las personas vean claramente esta realidad, nosotros sentimos que la humanidad será mejor servida cuando la tradición religiosa se comprometa en su lucha característica contra los tres venenos del odio, la avaricia y la ignorancia, en tanto coopera hacia la solución de temas globales. Así es como ve el Budismo los conceptos clave del pluralismo cultural y la tolerancia religiosa.
Llegando a la tercera dimensión, "la paz con el ecosistema", la perspectiva budista sobre la naturaleza ha enfatizado siempre la coexistencia creativa con ella. La misericordia de Shakyamuni no se limitaba a la humanidad, sino que se extendía a todas las cosas vivientes. La base filosófica para el desarrollo sostenible se puede encontrar en esta clase de simbiosis creativa con el resto del mundo natural. Esa perspectiva filosófica apoyará la clase de estilo de vida que esté verdaderamente en armonía con el ecosistema. La SGI ha apoyado proyectos de forestación en el Amazonas y otros lugares. Las organizaciones locales de la SGI han estado comprometidas en una amplia gama de actividades para proteger el medio ambiente.
En la solución de los desafíos globales que confronta la humanidad, se debe buscar medidas políticas, económicas y científicas junto con la transformación de la conciencia humana. Debemos establecer un estilo de vida de conservación de la energía, el reciclaje de los recursos y la búsqueda de valores espirituales. Nuestra meta superior debe ser cultivar una conciencia compartida de nuestra común humanidad y de solidaridad con el organismo viviente que es la Tierra. Conforme avanzamos hacia esa conciencia, debemos desarrollar la sabiduría para dirigirnos apropiadamente hacia los fines benéficos de las ciencias de la vida, incluyendo el floreciente campo de la ingeniería genética. En esto, siento que la perspectiva de las tradiciones religiosas y éticas del mundo pueden y deben hacer una importante contribución.
Un enfoque budista para la paz, creo yo, ofrece un importante terreno común con otras tradiciones. La causa de una paz verdaderamente global y duradera se puede profundizar más efectivamente expandiendo incesantemente los círculos de amistad y entendimiento a través del diálogo, el intercambio y la cooperación.

3.12.06

Abrazar el Gohonzon

Abrazar el Gohonzon es mantener todos los preceptos
 
 
La ley de causa y efecto siempre está funcionando en nuestra vida. Cuando causamos sufrimiento a los demás, nuestras vidas se corrompen y restringen, haciéndonos sufrir y cometer más maldades. De otro lado, cuando llevamos alegría y felicidad a los demás o impedimos que sufran y se confundan, nuestras vidas mejorarán y se expandirán, haciendo que experimentemos alegría y felicidad y, a su vez, impulsándonos a hacer más actos de bondad.
 
Basada en este principio causal, la práctica del Budismo nos permite elevar nuestra condición de vida y solidificar la misericordia, el coraje y la sabiduría (es decir, la Budeidad) como la base de nuestra existencia. Mantenernos en este camino de eterno mejoramiento de uno mismo es el propósito de los preceptos budistas. Como una guía para nuestros esfuerzos por mejorar, los preceptos budistas originalmente tenían la intención de alentarnos a "hacer frente a las injusticias y detener la maldad".
Restaurando la intención y el propósito de los preceptos
 
Conforme se propagaba el Budismo, muchos preceptos fueron adoptados como reglas de disciplina. Por ejemplo, se esperaba que los creyentes laicos observaran los cinco preceptos más fundamentales, es decir, (1) no matar, (2) no robar, (3) no mentir, (4) no involucrarse en inconductas sexuales, y (5) no beber intoxicantes. Además, se adoptaron doscientos cincuenta preceptos para los monjes y quinientos para las monjas.
 
Eventualmente, los preceptos budistas fueron considerados como un complejo conjunto de reglas que restringían aspectos de la conducta personal de las personas, tales como la dieta y el sexo; algunos preceptos, además, fueron prescritos principalmente en el contexto social y cultural de la época, sin tener mucho que ver con las enseñanzas eternas y esenciales del Budismo en sí. Aun cuando el propósito de los preceptos era el de servir como guías internas para vivir y alentar la autodisciplina y el autocontrol, se convirtieron en reglas externas que ataban las vidas de las personas.
 
Debido a que se establecieron muchos preceptos complejos, pocos practicantes pudieron observar todos los preceptos requeridos, y muchos comenzaron a enfocar la observancia de los preceptos como el único propósito de su práctica budista. Aquellos que observaban los preceptos eran muy respetados independientemente de su carácter, y muchos practicantes se preocuparon más por mantener la apariencia de que observaban los preceptos en lugar de esforzarse por la meta original del Budismo, es decir, el logro del mayor potencial humano posible lleno de misericordia, coraje y sabiduría.
 
En este aspecto, el Sutra del Loto intenta retornar al propósito original de los preceptos como apoyos para la autodisciplina y el autocontrol. En el Sutra del Loto, Shakyamuni dice en verso: "Este sutra es difícil de mantener: / si alguien lo mantiene tan siquiera por un corto tiempo / con seguridad me regocijará / al igual que a todos los demás budas. / Una persona que pueda hacer esto / gana la admiración de los budas. / Eso es lo que quiere decir valor, / eso es lo que significa diligencia. / A esto se le llama observar los preceptos / y practicar la dhuta" ( The Lotus Sutra, trad. Por Burton Watson, págs. 180-81). Aquí, "dhuta" indica una disciplina o práctica ascética realizada para purificar el cuerpo y la mente y liberarse de los deseos de alimento, vestido y abrigo.
 
El Sutra del Loto explica aquí que en la acción de mantener el sutra está contenida los beneficios de mantener todos los preceptos. El mensaje central del Sutra del Loto es la existencia universal de la Budeidad, la dignidad de todas las personas. "Mantener el sutra", entonces, significa abrazar la fe en la dignidad de la vida y actuar de acuerdo con ella. Esta idea, como dice el sutra, es "difícil de mantener" porque la dignidad de la vida debe ser internalizada como fe y debe convertirse en la base de toda acción. Este proceso de internalizar la universalidad de la Budeidad, explica el sutra, requiere de "valor" y "diligencia". El proceso, sin embargo, contiene los beneficios de todos los preceptos budistas dado que constituye la fuente interior de la cual emana toda conducta exterior de decencia humana.
 
Mantener el precepto del cáliz de diamante
 
Nichiren Daishonin identificó la universalidad de la Budeidad con la Ley de Nam-myoho-renge-kyo y la corporificó en la forma concreta del Gohonzon, el objeto de veneración. El Daishonin enseñó que invocando Nam-myoho-renge-kyo al Gohonzon con fe en nuestra Budeidad universal, podemos manifestar este supremo potencial desde el interior. Mediante el poder de nuestra Budeidad innata, podemos ejercer el autocontrol para guiarnos hacia la felicidad genuina.
 
Respecto a esto, el Daishonin dice: "Los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo, el corazón de la enseñanza esencial del Sutra del Loto, contiene el beneficio amasado a través de las incontables prácticas y las acciones meritorias de todos los budas a lo largo de las tres existencias. Entonces, ¿cómo pueden estos cinco caracteres no incluir los beneficios obtenidos observando todos los preceptos del Buda? Una vez que el practicante abraza este maravilloso precepto dotado perfectamente, no puede romperlo, aun cuando intente hacerlo. Por eso es llamado el precepto del cáliz de diamante" ("La enseñanza, la práctica y la prueba". The Writings of Nichiren Daishonin, pág. 481).
 
En el Último Día de la Ley, quienes abrazan el Gohonzon de Nam-myoho-renge-kyo disfrutarán de los beneficios de observar todos los preceptos budistas. Abrazar el Gohonzon es abrazar la indestructible vida del Buda que existe en todas las personas. Para esta persona, el acto de abrazar el Gohonzon es llamado el precepto del cáliz de diamante o precepto de diamante.
 
Ser libre e independiente
 
Cuando abrazamos la fe en la Ley Mística y nos esforzamos en nuestra práctica diaria, podemos manifestar la vida del Buda, que es tan fuerte y brillante como un diamante, independientemente de las circunstancias que afrontemos. Este precepto de diamante es la base de toda autodisciplina y autocontrol.
 
La persona que escoge salvar su vida en lugar de hundirse en la inclinación de destruir, es más libre y más independiente que un ave en el cielo que no puede hacer otra cosa que aquello para lo que está programada. La libertad y la independencia, en este sentido,   pueden ser descritas como nuestro poder de autodeterminación y autocontrol. Quienes actúan decentemente sólo cuando se ven forzados a hacerlo por reglas externas, a menudo bajo amenazas de castigo, no son ni libres ni independientes. Además, quienes sólo buscan el placer y evitan el dolor a costa de los demás son menos libres e independientes; en realidad, son esclavos de sus propios deseos egoístas. Para ser libres, debemos gobernarnos a nosotros mismos, porque si no lo hacemos, permitiremos que alguien más nos gobierne.
 
Las personas son genuinamente libres e independientes cuando pueden controlar sus inclinaciones negativas y actuar misericordiosa y sabiamente por voluntad propia, sin esperar recompensas o castigos. Restaurando la intención y el propósito originales de los preceptos budistas, Nichiren Daishonin nos ayuda a esclarecer lo que significa ser libres e independientes, así como el significado de vivir moral y decentemente.
 
Manteniendo el principio de la Budeidad universal, podemos actuar libre y moralmente, independientes de la censura o coerción exterior. El precepto de la Budeidad universal, el cáliz de diamante, en consecuencia, no es una negación de otros preceptos budistas o reglas de conducta en general; es la sublimación de lo que se supone son.
 
Por Shin Yatomi
 
http://www.sgi.org/spanish/budismo/bactual/Actual38.html

28.7.06

LA ORACION Una fuerza real para el cambio


LA ORACION: Una fuerza real para el cambio
Artículo tomado del World Tribune, en su publicación del 9 de Junio de 2000                                                                  Escrito por Matilda Buck, encargada de la DD de la SGI-USA
(Traducción: AL. Revisión: CP)

Una mujer camina a lo largo de la ribera del río, buscando la manera de cruzar hacia la otra orilla. Finalmente, ve a alguien en el lado opuesto y le grita, “ Hola, ¿ Cómo hago para llegar a la otra orilla?”.
La otra persona le responde: “¡Pero, si tú ya estás en ella!”
Perspectiva. La perspectiva en todo, especialmente en la vida, puede significar la diferencia. De hecho, un cambio en la perspectiva – especialmente hacia una más clara y elevada – es uno de los grandes beneficios de nuestra práctica Budista. En este artículo, quisiera tratar la perspectiva de la óptica de la oración. Después de todo, nuestra práctica implica orar con el mejor enfoque, dos veces al día. ¿Cómo podemos entonces hacer de esa oración una fuerza real de cambio en nuestras vidas?

He aquí un test de verdadero-falso.

“Cuando entono Nam Miojo Rengue Kio ante el Gojonzon (carta de meditación)... “
  • Siento que hay algo errado en mí

  • Dudo que pueda superar mis problemas

  • Dudo que pueda alcanzar mis metas

  • Me siento como una víctima ante la vida

  • Me identifico con los mártires y los penitentes

  • Siento que no merezco orar por mi propia felicidad

  • Quiero que el Gojonzon me recompense

  • Creo que el Gojonzon me está castigando

  • Quiero que el Gojonzon me salve

Si Ud. respondió afirmativamente a tan solo una de  las proposiciones, primero no se sienta solo o sola. Segundo, siga leyendo.
El Budismo de Nichiren Daishonin capacita y potencia a cada persona para que manifieste su Budeidad. Esta es una postura consciente que debemos asumir mientras entonamos. Repita conmigo:
“En mi esencia yo soy un Buda. Yo puedo contactar este poder a través de mi oración fuerte. Me puedo mover hacia mis deseos y puedo hacer una contribución a mi mundo.”

Suena bien, pero para muchos de nosotros, ésta es una postura difícil de sostener.
Las actitudes autolimitantes (“Hay algo errado en mí, las cosas siempre me salen mal “) parecen a menudo naturales y reales, sin embargo, la verdad – el que SÍ somos Budas – puede parecer artificial, poco natural e incluso prepotente y arrogante.
Así es como nos sentimos, aún cuando Nichiren Daishonin nos dice repetidamente en sus escritos, que nuestra verdadera identidad es la Budeidad. Aún cuando el Sutra del Loto, el cual repetimos dos veces diarias, revela que todos tenemos una identidad más profunda desde la cual podemos realizar esta oración potenciadora y capacitadora, se queda  todavía en el plano de la teoría para muchos de nosotros.

Para conmemorar definitivamente la reunión de Damas de Febrero de 2000, el Presidente Ikeda nos envió un hermoso mensaje en el que apuntaba precisamente este aspecto; nos pidió que fuéramos felices basándonos en nuestra oración fuerte y profunda. El se refería a la carta de Nichiren Daishonin, “La Única Frase Esencial “, en la cual se lee lo siguiente:



“Aún cuando uno no lea ni estudie el Sutra, repetir el solo título (Miojo Rengue Kio), es una fuente tremenda de buena fortuna. El Sutra enseña que hombres y mujeres, y todos aquellos que transitan en los ámbitos de la animalidad e infierno – de hecho, todos los seres de los diez mundos – pueden obtener la Budeidad en su forma actual. Esto es una maravilla incomparablemente mayor que el fuego producido por una piedra tomada del fondo de un río, o la de una linterna iluminando una caverna sumida en la oscuridad por cien, mil o diez mil años. Si aún las cosas más comunes del mundo son así de maravillosas, entonces, cuanto más  maravilloso es el poder de la Ley Mística.”  (Los Escritos de Nichiren Daishonin, p923).

En su mensaje,  el Presidente Ikeda se centra en la frase sobre la linterna que instantáneamente ilumina una caverna sumida en la oscuridad hasta por diez mil años. Él escribió lo siguiente:
“En el momento que nos sentamos frente al Gojonzon y ofrecemos las oraciones, el sol de la Budeidad, el estado original de iluminación inherente en nuestras vidas, se manifiesta, sacando al exterior nuestras brillantes luces. “

Pero, ¿Cuantos nos sentamos con esos sentimientos mientras estamos entonando ante el Gojonzon? Hasta hace algunos años, yo no lo hacía.
No me malinterpreten. En mis dos primeras décadas de práctica, yo había pasado de ser una persona triste y confundida, a ser otra que podía sentirse optimista la mayor parte del tiempo. Fui capaz de trasformar ciertas situaciones difíciles y agradecía haber encontrado una forma de vivir noble y llena de sentido.

También aprendí como lidiar mejor con el dolor en mi vida. Yo había mantenido ese dolor en una cueva profunda y oscura en el foso de mi vida, apartado de mi conciencia. Pero lo podía sentir a un nivel muy profundo. Así es como yo lo había custodiado cuidadosamente toda mi vida, dando vueltas a su alrededor para no tener que enfrentarlo. Se convirtió en una pequeña voz que me decía que siempre viviría en el dolor, con restricción. Yo podía acumular una cantidad enorme de causas positivas, además de sus efectos respectivos; yo podía mejorar mi situación, crecer espiritualmente, pero aquella cueva oscura parecía permanecer intacta.

Solo hasta que la linterna -es decir-  Nam-Miojo-Rengue-Kio dejó expuesta esa cueva y me dio suficiente luz, para al fin poder ver esa realidad. No obstante, no fue un proceso fácil.

“ Me pregunto “ – me decía a mí misma – ( y “pregunto” fue realmente el comienzo del proceso), “ ¿si yo realmente creo que la esencia de mi vida es Nam-Miojo-Rengue-Kio o, en cambio, tengo esta aceptación profunda del dolor, la creencia de que nunca estaré sin él? “

Lo que obtuve como respuesta fue un “shock”: “Tu siempre has vivido con este dolor”, dijo mi pequeña voz en la cueva. “No existe alternativa. Esta es la verdadera realidad de tu vida”.
Otra voz se opuso diciendo: “Nichiren Daishonin dice que la realidad fundamental de tu vida es Nam-Miojo-Rengue-Kio – La Budeidad –“  
YO PUEDO SER REALMENTE FELIZ!”

¿Cómo podía yo merecer esa clase de felicidad? . Pensé: “Bueno, si soy un Buda, debería ser feliz; pero, para ser honesta, no lo puedo imaginar. No se siente bien esto de ser feliz.” ¿Qué podía hacer?




Decidí intentar una nueva perspectiva. Entonar desde la perspectiva de un Buda. Por un momento lo fingí. Seguía,  repitiéndome: “ Mi vida es Nam-Miojo-Rengue-Kio. Yo soy un Buda. Estoy viviendo como un Bodisatva de la de Tierra; por tanto, puedo extraer este poder y resolver mi problema. No solo merezco ser feliz,  debo convertirme en una persona feliz; así es como demostraré la Gran Ley.”

Debido a que yo estaba tratando de entonar desde una perspectiva diferente, una perspectiva potenciadora, comencé a ver las cosas de modo distinto. Pequeños cambios, casi imperceptibles, comenzaron a aparecer. Piensen en la caverna: Nada puede ser más  inmutable que un lugar que ha estado en la oscuridad por 10.000 años. Pero, aun una pequeñita luz, continuamente vertida sobre ella, tiene un efecto inmediato, por inconspicuo que éste sea.
La vida que necesita de la oscuridad absoluta no puede continuar: evoluciona o desaparece. La vida que necesita luz, comenzará a desarrollarse. La ecología de la caverna no volverá a ser igual.

Eso fue lo que pasó en mi propia vida desde que mantuve fluyendo esa luz de mi Budeidad, esa perspectiva consciente. En un año, había transformado un problema concreto que había estado conmigo durante toda mi vida. El interior de mi cueva que se había nutrido de la oscuridad, se encogió; y lo que necesitaba luz creció, prosperó, floreció en una innegable felicidad.

Teóricamente, había conocido estos principios por largo tiempo, pero creo que la duda inconsciente de que yo pudiera cambiar alguna vez esa parte de mi vida era tan fuerte que sofocaba cualquier esperanza de intentarlo. De modo, que frecuentemente entoné como si el Gojonzon “allá afuera”  pudiera recompensarme por mi buen comportamiento, pero ciertamente yo no tenía el poder de cambiar esto , era demasiado eterno y omnipresente.
Cambiar conscientemente la perspectiva en mi oración, ubicándome en la perspectiva de que yo era un Buda y tenía el poder de la Budeidad, me ayudó a superar mi duda y a continuar hasta que vi la victoria.

En lo que respecta a la oración, vencer las dudas es algo grandioso. Orar desde la perspectiva potenciadora de la Budeidad nos ayudará a sobreponernos a la duda. El presidente Ikeda nos anima de la siguiente manera: “Hay algo innegable: el poder de creer, el poder del pensamiento, mueven la realidad en la dirección de lo que creemos y hemos concebido. Si Ud. realmente cree que puede hacer algo, en verdad puede. Esto es un hecho. Cuando Ud. puede visualizar claramente un resultado victorioso, lo graba en su corazón y está firmemente convencido de obtenerlo, su cerebro hará todo el esfuerzo para llevar a cabo la imagen mental de Ud. ha creado. Y entonces, a través de los esfuerzos incesantes, esa victoria se hará finalmente una realidad”.

Para cerrar quisiera compartir algunos puntos para desafiar la duda. El pasado año, en el “World Tribune”, el editor en jefe, Ted Morino, explicó que una fe libre de dudas no es una condición fija y que no quiere decir una fe que no cuestiona. De hecho, los cuestionamientos son buenos; nos conducen a ahondar con profundidad en la fe y a fortalecer nuestro estado de vida. A medida que luchamos con la duda, construimos una convicción propia y más profunda.



Cuando tomamos la decisión: “Voy a mirar esto desde la perspectiva de la Budeidad”, no solo las puertas de mis propios temores, o de mi cinismo, o de lo que sea, se abren.
Ted describe el proceso de superar la duda y ganar ambas, confianza en uno mismo y una práctica más fuerte, basándonos en las nueve conciencias:

  • Primero, usando la sexta conciencia, elija entonar con confianza en el Gojonzon y en la Budeidad inherente en nuestras propias vidas. Haga esto con el esfuerzo del 100%. Esto es: Oración más acción, para ganar día a día. (Esto se refiere a las primeras seis de las nueve conciencias: los cinco sentidos –vista, oído, olfato, gusto, tacto- y el pensamiento conciente)

  • Segundo, persevere en este tipo de esfuerzo. De esta manera estamos incrementando la confianza en nosotros mismos inconscientemente (la séptima conciencia).

  • Tercero, mientras continuamos en este sentido, desde la perspectiva de la Budeidad, “confiar en nosotros mismos se convertirá en nuestra tendencia”, escribe Ted Morino, “lo cual es llamado karma” (la octava conciencia).

  • Cuarto, a medida que practicamos el Budismo con sentimientos positivos, nuestra alegría y autoconfianza aumentan, disfrutando verdaderamente el hecho de vivir, experimentando la plenitud de la Ley. Esta es la prueba de que podemos fortalecer nuestra Budeidad (la novena conciencia). En ésta condición de vida, la autoconfianza –nuestra confianza en la Budeidad- es inamovible.

Como las dos personas que se veían cara a cara desde la riberas del río, la felicidad es una cuestión de perspectiva. Depende de donde escoge Ud. pararse. Para alcanzar nuestra propia gran felicidad, para tener la misericordia y  el vigor de servir a la humanidad, necesitamos el poder de la perspectiva de la Budeidad.

Nosotros ya estamos, todos, en la otra orilla.
A través de una oración llena de poder podremos comenzar a conocer esta verdad.











13.4.06

Nuestra Actitud frente al Gojonzon

Nuestra  Actitud frente al Gohonzon
Orientación del Dr. Yamazaki
(Responsable del Continente Europeo.
Centro Cultural Europeo de Trets)

Trad. de Susana Oyola del inglés

Nuestra actitud frente al Gohonzon debe ser semejante a aquélla que uno tiene cuando está de vacaciones. Es necesario desconectarse del trabajo, y de la vida cotidiana. Esto es importante para regenerarse, estar libre de tensiones y relajado. Si consideramos la práctica como una prolongación más de nuestra vida mundana, ésta no es eficaz.

En la Ceremonia del Aire (Gongyo), uno se desconecta de la tierra y se eleva. Y si está dominado por sus problemas frente al Gohonzon, nada bueno aparece. Es necesario elevarse, convertirlo en un momento especial... relajante. Ésta es una ceremonia de ''Ku''. ¡Soy un Buda frente al Gohonzon!

El Gohonzon es como un espejo, por lo tanto, para ingresar en su mundo no es preciso sentirse encarcelado, ni apegado, ni dominado, ni culpable, ni sin valor, ni tener arrogancia. Es necesario ser indiferente a nuestros propios pensamientos. Uno no lucha frente al Gohonzon, sino que se relaja ilimitadamente tal como si estuviera en el aire. Con esta clase de ichinen durante quince minutos... es suficiente.

¡Desde el primer daimoku, cambie el mundo, sienta el universo, perciba ''Ku'', ''Ke'',  y  'Chu''! (''Ku'' es el mundo del Buda; ''Ke'' es uno mismo; ''Chu'' es toda la fortaleza y la sabiduría del universo.)

Entonces uno puede recuperar todas las fuerzas del universo. La sabiduría para escuchar, creer, reflexionar y decidir. Rechace su propia arrogancia y permítale a su sabiduría emerger, yendo más allá del tiempo y del espacio para poder desintoxicarse frente al Gohonzon. Nada se encuentra demasiado lejos durante nuestro gongyo de la mañana y de la tarde: es allí cuando somos Budas. ¡Debemos tener confianza para encontrar un sentido a la Ceremonia del Aire y proclamar nuestra convicción de ser el Buda de la vida eterna, el Buda de ichinen sanzen y el Buda de la confianza y la alegría!

4.2.06

LO QUE EL AMOR NO ES

LO QUE EL AMOR NO ES

EL BUDISMO DESDE UN NUEVO ENFOQUE
EL ESPIRITU SOKA: Diálogo para el Distrito

Por SHIN YATOMI
Sub-Jefe del Departamento de Estudio
De la SGI-USA

“Amor no es amor...” Como ha dicho Shakespeare (Soneto 116), lo que parece amor algunas veces puede no ser amor. En tanto que el tema del amor ocupa un lugar preponderante en las inquietudes de las personas (y probablemente mucho de su tiempo y dinero), su principal preocupación generalmente se limita a encontrar el amor o ser amados a los ojos de los demás, en tanto que, descuidan e ignoran el significado del amor o de la capacidad de amar. La presunción que yace tras tal actitud podría muy bien ser la estimulada por un objeto externo. Por consiguiente, el remedio o solución de una vida sin amor, serìa encontrar tal objeto----alguien nuevo y mejor.
Erich From, psicoanalista y filósofo social, considera el amor como un “arte” que “requiere conocimiento y esfuerzo”; él define el amor como “la acción de cuidar la vida y el crecimiento de aquellos que amamos” (el arte de amar, pp 1, 25). Si el amor es nuestra capacidad de sentir y actuar en bien de la felicidad y libertad de otra persona, la solución al problema de los sufrimientos derivados del amor, en el plano más fundamental sería, por lo tanto, una búsqueda no exterior , sino interior con miras al desarrollo de aquellas cualidades del carácter necesarias para tal fin y de la fortaleza interior que nos capaciten para amar genuinamente.

DOMINAR EL ARTE DE AMAR ES SOBREPONERSE A LOS DESEOS DE CONTROLAR O DEPENDER DE OTROS.-

Uno de los mayores obstáculos que nos impiden disfrutar el júbilo de amar es nuestra necesidad y deseo de controlar. Muchas veces confundimos nuestro deseo de controlar a “amor” puede ser el disfraz del deseo de manipular a los demás para nuestra propia satisfacción. En sus escritos, Nichiren Daishonin emplea a menudo la metáfora de una figura mítica llamada “el rey demonio del sexto cielo”, para representar el deseo profundamente enraizado en el ser humano de controlar a los demás. Cabe notar que, otro nombre empleado para referirse a este rey demonio significa literalmente: “aquel ser celestial que hace uso a su antojo de los demás” (jpn takejizaiten)). Mediante sus vividas descripciones de este “demonio”, el Daishonin parece querer indicarnos la importancia que tiene el que estemos conscientes y vigilantes respecto de nuestros deseos de usar a los demás como medios para nuestros fines egoístas.
Habida cuenta que la dependencia es esencial al control, el rey demonio emplea diversos ardides para hacer a la gente dependiente de él. Una de sus armas principales para estimular la dependencia es el falso afecto. A pesar de la idea generalizada de la apariencia del rey demonio como un fiero monstruo, a él le encanta mostrarse afectuoso, a fin de atraer a las personas y mantenerlas bajo su control. Se dice que el rey demonio se hace pasar por un buda o un padre.
Por ejemplo, el Daishonin afirma, “El demonio del sexto cielo está dotado de las treinta y dos características del Buda y manifiesta el cuerpo del Buda” (Gosho Zenshu, p. 114). El Daishonin también cita un texto budista que dice: “En tanto la persona no intente liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la muerte y aspirar al vehículo de la Budeidad, el demonio cuidará de ella como un padre” (Los principales escritos de Nichiren Daishonin, p. 770). En verdad, hay en la tradición Budista un demonio llamado el “demonio de la misericordia” (Gosho Zenshu, p. 526).
Aquellos deseosos de controlar a los demás pueden a menudo aparecer como personas afectuosas--- “cuidándoles” o “siendo amables con ellos” ---con la finalidad de mantenerlos dependientes material y emocionalmente. En la obra teatral de Ibsen, “Casa de Muñecas”, él en, apariencias flamante esposo, Torlvard Helmer, pero en realidad persona dominante, le recuerda a su esposa Nora su “amor” expresado como manutención y sustento financiero en las siguientes palabras: “Mi hermosa mascota es muy dulce, pero escapa con impresionantes cantidades de dinero. Es increíble cuan costoso resulta para un hombre mantener ese tipo de mascota” (Acto I, trad. De James McFarlane y Jens Arup).

EL VERDADERO AMOR SE ENCUENTRA EN NUESTRAS SINCERAS ACCIONES EN PRO DEL BIENESTAR, FELICIDAD Y LIBERTAD DE LOS DEMAS

Es fácil confundir el control y dependencia con amor. En apariencia el amor egoísta, al igual que el amor del rey demonio, es engañoso, ya que en ambos casos están condicionados a la sumisión. Tal como indica el Daishonin, el rey demonio es afectuoso “en tanto y cuanto la persona no trate de alejarse de” su control (WND, 770). Algunas personas estarían dispuestas a darle cualquier cosa a sus “seres amados” solo con la finalidad de mantenerlos dependientes. Aquellos obsesionados con el control, a menudo les resulta difícil desear genuinamente la felicidad e independencia de los demás. Por el contrario, esperan ver a los demás desposeídos de una forma u otra, a fin de conservar su sentido de superioridad.
La prueba de nuestro amor, en ese sentido, estriba en la sinceridad al alentar y apoyar la autosuficiencia y libertad de quienes amamos. Como afirma el Daishonin: “La naturaleza del rey demonio es regocijarse de aquellos que forman karma en los tres senderos del mal y sufrir como consecuencia de aquellos que forman karma en los tres vehículos” (WND, 42). Aquellos con tendencia a dominar a los demás podrían fácilmente mostrar lastima por el sufrimiento de los demás, en tanto que interiormente se regocijan de su sufrimiento. El sufrimiento de los demás le da a quienes son dominantes la oportunidad de mostrar su superioridad y de esta forma recordarle a quienes sufren de su necesidad de dependencia.
En la esencia de una relación construida sobre el dominio y la sumisión se encuentra un profundo sentido de inseguridad e incapacidad de ambos lados. Aquellos poseídos por el deseo dominar no pueden encontrar sentido a sus propias existencias, por lo tanto, necesitan derivar la sensación de poder, subyugando a los demás. De forma similar, quienes se someten a una autoridad externa no pueden ver su propio valor. De allí que se sienten impulsados a convertirse en parte de alguien “mejor” y “más fuerte”, abandonando de esta forma su propia identidad e integridad. Para estas personas sumisas, el control significa protección contra su propia inseguridad. Los sometidos al control de una autoridad externa no pueden ver sus vidas como algo que vale la pena de ser vivido, si embargo, no pueden tolerar el vacío de no tener alguien por quien vivir. De allí que deben buscar un objeto externo con el cual fundir su identidad, de forma que, no tengan que enfrentar la debilidad y el vacío de sus propias vidas.
La relación simbiótica entre el que domina y sojuzgado se altera cuando el dominado descubre el valor de su propia vida y desarrolla fortaleza interior para volverse independiente. Entonces, la inseguridad de la parte dominante aflora como frustración y enojo. La siguiente descripción que hace el Daishonin del rey demonio ilustra su intenso miedo y ansiedad relacionadas con este tema: <<< Cuando nos acercamos al logro de la Budeidad... el rey demonio del sexto cielo, señor del mundo tripartita, hace el siguiente razonamiento: “Si estas personas se convirtiesen en Budas, sufriré graves perdidas en dos diferentes instancias”.”En primer lugar, si se liberan del mundo tripartita, se escaparan de mi control. Segundo, si se convierten en Budas, sus padres e hijos también abandonarán el mundo saha. ¿Cómo puedo impedir que esto ocurra?” (WND, 1094). “Cuando un mortal común durante el último día de la Ley está próximo a la Budeidad... este dominio es sorprendido”. “Y se dice a sí mismo: esto es de lo más molesto”. “Si permito que esta persona abandone mi dominio, él no solo se liberará a sí mismo de los sufrimientos del nacimiento y la muerte, sino que, igualmente, conducirá a otros a la iluminación”. “Más aún, se apoderará de mi reino y lo convertirá en una tierra pura. ¿Qué puedo hacer? (WND, 894-95). >>>

PARA AMAR VERDADERAMENTE, PRIMERO DEBEMOS LIBERARNOS DE LA “OSCURIDAD FUNDAMENTAL” DENTRO DE NOSOTROS

El rey demonio no desea que nadie logre la iluminación y se libere, ya que ello constituye un doloroso recordatorio de su propia incapacidad y dependencia. La paradoja de éste rey demonio, quién habita en “la cima del mundo del deseo y gobierna mundo tripartita” (WND, 508), es que él se encuentra dominado por su propio deseo de controlar. El rey demonio es un gobernante que no pude regirse a sí mismo. En la medida en que posee mayor control aumenta su necesidad del mismo. Perpetuamente movido por su debilidad e inseguridad interna, jamás se siente satisfecho. Es prisionero de la cárcel por él  creada.
Aún cuando se dice que él usa a su antojo a los demás, en verdad nunca es libre de la realidad interna de su vida. El rey demonio, por lo tanto, es incapaz de amar.
El rey demonio se dice que habita en el sexto y màs alto reino del mundo del deseo, pero su “amor”, si se le pudiese denominar como tal, tiene como resultado una profunda insatisfacción y sufrimiento bajo su aparente placer celestial. Como William Blake expresa en su poema, respecto de ese amor egoísta: “El amor que busca satisfacer el yo/Atar al otro a su deleite: /Se regocija en la incertidumbre del otro, /Construye un Infierno en el Paraíso “ (El Terrón y el Guijarro” de Canciones de Experiencia, ed. D. V. Erdman).
A fin de, amar genuinamente, debemos ser libres. Ser libre conlleva entonces, descubrir nuestro valor intrínseco. En el soneto citado anteriormente, Shakespeare dice: “Que nada impida la unión de mentes en perfecta armonía / Presenten los impedimentos”. Uno de los grandes impedimentos a nuestra capacidad de amar es la ilusión respecto de la verdadera naturaleza de nuestro ser---la Budeidad. Ese tipo de ilusión conduce a una ausencia de capacidad y a la dependencia. La figura mítica del rey demonio es simbólica de esta ilusión, que como dice el Daishonin: “La oscuridad fundamental se manifiesta como el demonio rey del sexto cielo” (WND     , 1113). Arrojar luz sobre esta “oscuridad fundamental” interior mediante el fortalecimiento de la confianza en la Budeidad dentro de nuestras vidas, es por lo tanto, una practica esencial para el arte de amar.

IDEAS PARA LA REFLEXION

¿Ve usted señales en su vida del “amor del rey demonio” (en otras palabras, control disfrazado de amor?). ¿Còmo maneja sus problemas de inseguridad y necesidad de controlar a los demás en el mundo de sus relaciones?.
Al amor que se remonta sobre las diferencias entre el ser y los demás se le puede considerar como una de las piedras angulares de la ética universal humana. (Por ejemplo, podemos ponderar la Regla Dorada de la tradición Judeo-Cristiana y el ideal Budista de la misericordia hacia todos los seres humanos). ¿De qué forma nuestra capacidad de amar a los demás resulta importante para erradicar la violencia y crear la paz?. ¿Cómo puede el Budismo del Daishonin y su practica ayudarnos en este sentido?.


Traducción por: Miriam Pinilla, Florida
29 de Noviembre de 2001.
World Tribune (notas enviadas por email).

7.1.06

EL DINERO


Por Gerry Thompson
(Tomado de la revista UK Express, febrero de 2000, traducción Ana T. Pérez)



El dinero y el bienestar material son temas que a todos nos hacen pensar mucho. La mayoría de las personas hemos experimentado problemas con ellos en uno u otro momento. ¿Qué hay en el fondo de estos problemas, y en qué modo pueden los principios budistas ayudarnos a manejarlos?

Además de la importancia que tienen en sí mismos los temas relacionados con el dinero y el abastecimiento material, también representan la manera en que nos conectamos con muchos otros aspectos de la vida y pueden ser indicadores de lo que necesitamos ver dentro de nosotros mismos. Nuestra relación con el dinero, como con todo lo demás, es una cuestión de causa y efecto. Esto obedece a que todo está interconectado; cada faceta de la vida refleja y afecta las demás de un modo integral. Los aspectos espirituales y los materiales están menos separados de lo que nuestros condicionamientos culturales pueden hacernos creer. Por ello, la clave para llevar a cabo cambios positivos en lo económico, como en todas las cosas, está en poder determinar cuáles son nuestros patrones generales. Nichiren Daishonin lo establece así: “Su dominio de las enseñanzas budistas no lo liberará en lo más mínimo de sus sufrimientos como mortal común a menos que usted perciba la naturaleza de su propia vida.” (MW, Vol. 1, pág. 4)

El truco, entonces, está en observar los patrones que se manifiestan en nuestra relación con el dinero y entonces buscar patrones de resonancia que se correspondan con lo que ocurre en otras áreas de nuestra vida. Vamos entonces a examinar la situación.

Tomemos el ejemplo de un hombre que usa el dinero como si éste no tuviera ningún valor, y lo gasta tan pronto como lo adquiere. ¿Esto tiene resonancia en algún asunto personal que tenga que ver con el respeto? ¿Acaso este señor necesita desarrollar un mayor respeto por sí mismo o una mayor autoestima? ¿Será, tal vez, algo que tenga que ver con el respeto a los demás, o a su medio ambiente o a lo que lo rodea? Cualquiera de estas cosas podría ser relevante. Tomemos, por otra parte, el ejemplo de una mujer que, en vez de gastar el dinero como si fuese agua, se aferra a él desesperadamente como si temiera que éste ya nunca más le fuese a aparecer en su camino. ¿Acaso este patrón se repite en otros aspectos de su vida? ¿Será que esta señora tiene dificultades para confiar, confiar en otras personas, o confiar en sí misma?

Gran cantidad de asuntos claves en la vida pueden servir para descubrir factores que están relacionados entre sí, y que al mismo tiempo pueden ejercer una influencia directa en cuanto a nuestra buena fortuna financiera. El agradecimiento por ejemplo: ¿Podemos decir que nuestra fortuna material refleja directamente nuestra propia capacidad para agradecer? Esto podría ser percibido en muchos niveles: el agradecimiento por los beneficios, por los retos, por las experiencias difíciles que nos permiten crecer y desarrollarnos.


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Tomemos otro ejemplo, el compromiso: ¿Cómo estamos en cuanto a esto? ¿Concretamos las metas que nos proponemos? ¿Hay cosas que hemos tenido intención de hacer pero que no hemos abordado durante meses o años? ¿Estamos asumiendo la responsabilidad total de nuestras vidas y nuestros asuntos? Y en este orden de ideas: ¿Estamos viviendo nuestro sueño, o estamos encaminados a vivirlo? ¿O acaso será que nos va a llegar el momento de encontrarnos en nuestro lecho de muerte, para de repente recordar qué era lo que realmente deseábamos lograr en la vida? Todas éstas son cosas que ejercen una influencia muy directa en los asuntos materiales del aquí y el ahora.

El dinero es, de hecho, una forma de energía, simplemente una más de las formas con las que creamos un flujo entre nosotros y nuestro entorno. Las contribuciones financieras para las actividades de la SGI, por ejemplo, no son en sí mismas diferentes a la energía que fluye desde dentro de nosotros en los casos en que dedicamos nuestro esfuerzo a las reuniones budistas o a nuestra práctica budista. Es sólo un aspecto del flujo total desde nuestra individualidad hacia el universo. Este flujo que brota de nosotros se corresponde, es idéntico, al flujo de energía que penetra hacia nuestras vidas desde nuestro entorno inmediato y desde las demás personas; en realidad, desde el cosmos en su totalidad.

Por lo tanto, lo que estamos haciendo con esta práctica budista es esforzándonos para expandir nuestra vida, es decir, para incrementar ambas partes de esta ecuación y de este patrón de flujo. Mientras más se da, más se recibe, mientras más se recibe más se da, y así sucesivamente, en un espiral positivo que se incrementa a sí mismo. Esta es la razón por la cual el espíritu de las contribuciones puede producir beneficios personales. Mientras que si ponemos un freno a la “salida”, es decir, a lo que sale de nosotros, la escala de nuestro sistema de energía disminuye, nos “encogemos” a nosotros mismos.

Aunque el carecer de bienestar económico nos haga creer lo contrario, lo relativo al dinero no tiene un comportamiento diferente, separado o único en comparación con otros tipos de energía en movimiento. Resulta tentador creer que el manejo del dinero está de algún modo sujeto a un sistema de regulaciones y leyes que difiere del resto de las cosas de la vida, pero esto no es así. Nichiren Daishonin nos lo recuerda cuando dice: “Ninguno de los asuntos de la vida o del trabajo es, de modo alguno, diferente de la máxima realidad” (M.W., Vol. 3, pág. 270)

Esa es la razón por la cual cualquier intento que hagamos para enfocar nuestra situación financiera debemos hacerlo en el contexto de todos los otros factores de la vida que operan en nuestro caso en particular, incluyendo nuestra propia historia personal. En los círculos terapéuticos, lo que por lo general se relaciona con este tema son nuestros sentimientos de valoración personal, el modo en que fuimos criados por nuestros padres, si somos capaces de sentir amor, si nos sentimos merecedores de recibir amor y cuáles son los miedos fundamentales que albergamos acerca de nuestra propia capacidad para mantenernos vivos. Nuestra actitud hacia el dinero, de hecho, es síntoma de nuestra actitud global hacia la vida. Resulta tentador considerar que el tener o no suficiente dinero ejerce una importante influencia “en” nuestras vidas, cuando en realidad es el resultado “de” nuestras vidas.

El dinero, por lo tanto, con todas sus asociaciones de temor y de aversión, envidia, odio hacia uno mismo, o lo que sea, representa, en realidad, una de las áreas más efectivas sobre las cuales podemos definir cuál es nuestra visión básica de lo que es el mundo, cual es nuestra condición de vida y cómo sentimos la vida en el nivel más fundamental, para con ello esforzarnos por revelar nuestro máximo potencial y nuestra budeidad. Esto puede ayudarnos a trabajar en asuntos no resueltos que tienen efectos mucho más profundos y de mucho mayor alcance que los puramente financieros. Las preocupaciones relativas al dinero pueden proporcionar claves importantes en cuanto a lo que realmente necesita atención. Todo lo que tenemos que hacer es ubicar los patrones que subyacen a estas preocupaciones, dar prioridad a lo más importante y entonces determinar cuáles son las acciones a tomar, al menos identificar el primer paso y, entonces, proceder a partir de allí. Esto nos hará iniciar un ciclo de cambios de nuestros patrones de karma inherente que pueden remontarse a nuestra historia familiar.

En fin de cuentas la respuesta está en enfrentar los asuntos personales que, cualesquiera sean las circunstancias, sabemos que tendremos que enfrentar, veamos o no una conexión con los asuntos monetarios. Por lo tanto... es hora de que tomes el teléfono y hables con ese hermano del que te has desconectado, de que ordenes tu habitación, de que determines por qué no puedes soportar a tu suegra, o lo que sea. Simplemente, enfrenta estos problemas. Tus problemas financieros mejorarán. ¡Te lo garantizo!

Los asuntos relacionados con el dinero, entonces, son indicadores de nuestra actitud global hacia la vida. Desde el punto de vista más fundamental, tienen que ver con la confianza: confianza en el Gojonzon, confianza en la práctica, confianza en uno mismo, confianza en el proceso de la vida. Mientras más podemos confiar, más podemos darle “a” la vida, y si así lo hacemos, más obtendremos “de” la vida y, en consecuencia, nuestra confianza se fortalecerá. Asumir el asunto del dinero puede, por lo tanto, expandir nuestras vidas. Esto también tiene que ver con nuestro agradecimiento básico, agradecimiento por tener esta vida y por tener esta práctica que nos capacita para ser más felices, para crear valor y para contribuir al mejoramiento del planeta. Tal como lo dice Nichiren Daishonin: “...la vida, en sí misma, es el tesoro más valioso de todos los tesoros. Ni siquiera los tesoros de todo el universo pueden ser equiparados al valor de una sola vida humana.” (M.W. Vol. 1, pág. 267)