Abrazar el Gohonzon es mantener todos los preceptos
La ley de causa y efecto siempre está funcionando en nuestra vida. Cuando causamos sufrimiento a los demás, nuestras vidas se corrompen y restringen, haciéndonos sufrir y cometer más maldades. De otro lado, cuando llevamos alegría y felicidad a los demás o impedimos que sufran y se confundan, nuestras vidas mejorarán y se expandirán, haciendo que experimentemos alegría y felicidad y, a su vez, impulsándonos a hacer más actos de bondad.
Basada en este principio causal, la práctica del Budismo nos permite elevar nuestra condición de vida y solidificar la misericordia, el coraje y la sabiduría (es decir, la Budeidad) como la base de nuestra existencia. Mantenernos en este camino de eterno mejoramiento de uno mismo es el propósito de los preceptos budistas. Como una guía para nuestros esfuerzos por mejorar, los preceptos budistas originalmente tenían la intención de alentarnos a "hacer frente a las injusticias y detener la maldad".
Restaurando la intención y el propósito de los preceptos
Conforme se propagaba el Budismo, muchos preceptos fueron adoptados como reglas de disciplina. Por ejemplo, se esperaba que los creyentes laicos observaran los cinco preceptos más fundamentales, es decir, (1) no matar, (2) no robar, (3) no mentir, (4) no involucrarse en inconductas sexuales, y (5) no beber intoxicantes. Además, se adoptaron doscientos cincuenta preceptos para los monjes y quinientos para las monjas.
Eventualmente, los preceptos budistas fueron considerados como un complejo conjunto de reglas que restringían aspectos de la conducta personal de las personas, tales como la dieta y el sexo; algunos preceptos, además, fueron prescritos principalmente en el contexto social y cultural de la época, sin tener mucho que ver con las enseñanzas eternas y esenciales del Budismo en sí. Aun cuando el propósito de los preceptos era el de servir como guías internas para vivir y alentar la autodisciplina y el autocontrol, se convirtieron en reglas externas que ataban las vidas de las personas.
Debido a que se establecieron muchos preceptos complejos, pocos practicantes pudieron observar todos los preceptos requeridos, y muchos comenzaron a enfocar la observancia de los preceptos como el único propósito de su práctica budista. Aquellos que observaban los preceptos eran muy respetados independientemente de su carácter, y muchos practicantes se preocuparon más por mantener la apariencia de que observaban los preceptos en lugar de esforzarse por la meta original del Budismo, es decir, el logro del mayor potencial humano posible lleno de misericordia, coraje y sabiduría.
En este aspecto, el Sutra del Loto intenta retornar al propósito original de los preceptos como apoyos para la autodisciplina y el autocontrol. En el Sutra del Loto, Shakyamuni dice en verso: "Este sutra es difícil de mantener: / si alguien lo mantiene tan siquiera por un corto tiempo / con seguridad me regocijará / al igual que a todos los demás budas. / Una persona que pueda hacer esto / gana la admiración de los budas. / Eso es lo que quiere decir valor, / eso es lo que significa diligencia. / A esto se le llama observar los preceptos / y practicar la dhuta" ( The Lotus Sutra, trad. Por Burton Watson, págs. 180-81). Aquí, "dhuta" indica una disciplina o práctica ascética realizada para purificar el cuerpo y la mente y liberarse de los deseos de alimento, vestido y abrigo.
El Sutra del Loto explica aquí que en la acción de mantener el sutra está contenida los beneficios de mantener todos los preceptos. El mensaje central del Sutra del Loto es la existencia universal de la Budeidad, la dignidad de todas las personas. "Mantener el sutra", entonces, significa abrazar la fe en la dignidad de la vida y actuar de acuerdo con ella. Esta idea, como dice el sutra, es "difícil de mantener" porque la dignidad de la vida debe ser internalizada como fe y debe convertirse en la base de toda acción. Este proceso de internalizar la universalidad de la Budeidad, explica el sutra, requiere de "valor" y "diligencia". El proceso, sin embargo, contiene los beneficios de todos los preceptos budistas dado que constituye la fuente interior de la cual emana toda conducta exterior de decencia humana.
Mantener el precepto del cáliz de diamante
Nichiren Daishonin identificó la universalidad de la Budeidad con la Ley de Nam-myoho-renge-kyo y la corporificó en la forma concreta del Gohonzon, el objeto de veneración. El Daishonin enseñó que invocando Nam-myoho-renge-kyo al Gohonzon con fe en nuestra Budeidad universal, podemos manifestar este supremo potencial desde el interior. Mediante el poder de nuestra Budeidad innata, podemos ejercer el autocontrol para guiarnos hacia la felicidad genuina.
Respecto a esto, el Daishonin dice: "Los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo, el corazón de la enseñanza esencial del Sutra del Loto, contiene el beneficio amasado a través de las incontables prácticas y las acciones meritorias de todos los budas a lo largo de las tres existencias. Entonces, ¿cómo pueden estos cinco caracteres no incluir los beneficios obtenidos observando todos los preceptos del Buda? Una vez que el practicante abraza este maravilloso precepto dotado perfectamente, no puede romperlo, aun cuando intente hacerlo. Por eso es llamado el precepto del cáliz de diamante" ("La enseñanza, la práctica y la prueba". The Writings of Nichiren Daishonin, pág. 481).
En el Último Día de la Ley, quienes abrazan el Gohonzon de Nam-myoho-renge-kyo disfrutarán de los beneficios de observar todos los preceptos budistas. Abrazar el Gohonzon es abrazar la indestructible vida del Buda que existe en todas las personas. Para esta persona, el acto de abrazar el Gohonzon es llamado el precepto del cáliz de diamante o precepto de diamante.
Ser libre e independiente
Cuando abrazamos la fe en la Ley Mística y nos esforzamos en nuestra práctica diaria, podemos manifestar la vida del Buda, que es tan fuerte y brillante como un diamante, independientemente de las circunstancias que afrontemos. Este precepto de diamante es la base de toda autodisciplina y autocontrol.
La persona que escoge salvar su vida en lugar de hundirse en la inclinación de destruir, es más libre y más independiente que un ave en el cielo que no puede hacer otra cosa que aquello para lo que está programada. La libertad y la independencia, en este sentido, pueden ser descritas como nuestro poder de autodeterminación y autocontrol. Quienes actúan decentemente sólo cuando se ven forzados a hacerlo por reglas externas, a menudo bajo amenazas de castigo, no son ni libres ni independientes. Además, quienes sólo buscan el placer y evitan el dolor a costa de los demás son menos libres e independientes; en realidad, son esclavos de sus propios deseos egoístas. Para ser libres, debemos gobernarnos a nosotros mismos, porque si no lo hacemos, permitiremos que alguien más nos gobierne.
Las personas son genuinamente libres e independientes cuando pueden controlar sus inclinaciones negativas y actuar misericordiosa y sabiamente por voluntad propia, sin esperar recompensas o castigos. Restaurando la intención y el propósito originales de los preceptos budistas, Nichiren Daishonin nos ayuda a esclarecer lo que significa ser libres e independientes, así como el significado de vivir moral y decentemente.
Manteniendo el principio de la Budeidad universal, podemos actuar libre y moralmente, independientes de la censura o coerción exterior. El precepto de la Budeidad universal, el cáliz de diamante, en consecuencia, no es una negación de otros preceptos budistas o reglas de conducta en general; es la sublimación de lo que se supone son.
Por Shin Yatomi
http://www.sgi.org/spanish/budismo/bactual/Actual38.html